Todos sabemos hasta qué punto nunca nos hacen bien los excesos: el placer que buscamos en nuestras cotidianas adicciones rara vez se presentará exento de la contraparte a nuestro disfrute que nos recuerda la prudencia de la mesura. Existe no obstante un ámbito de la realidad en el que estas reglas básicas se retuercen y desaparecen, mostrándonos un espacio en el que no hay necesidad de autocontención, un espacio en el que cualquiera tiene total derecho a vivir según le place al amparo de las gratificaciones que le aporten sus diversos vicios, un espacio que es regalo del artista y patio de recreo del lector. En las páginas que siguen, este último descubrirá, viñeta a viñeta, algo de este mundo de la onírica y de la sátira, siempre unidas en la visión sui géneris de lo cotidiano que representa la caricatura. Pasen y vean, fumen y coman, aquí no existe frontera ni requisito de etiqueta. El único protocolo para una agradable estancia será tener en todo momento una sonrisa preparada.