Abel Rabanal González
Érase una vez un niño risueño y juguetón, que crecía y no hablaba. Pasaba el tiempo y no atendía a las palabras de sus seres queridos. Se limitaba a sonreírles y a emitir extraños sonidos, mientras evitaba la conversación. El pequeño se hacía entender con gestos y señas, con los que sí era muy expresivo.
El niño era alegre y reía a carcajadas pero… a todos les preocupaba que no soltara la lengua para hablar. Únicamente “papa”, “mama”, “agua”, “mummm” para comer, y alguna alusión a sus familiares era todo su lenguaje.
Tamaño: 15×21 cm | Encuadernación: Tapa blanda |Número de páginas: 28
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