Antonio García
Prólogo de Elvira Laruelo
Se deja sentir en este poemario, más que en los demás, el paso del tiempo -“¿me creerá alguien si dijera /que una vez tuve 15 años?”, “la melancolía de las cosas acabadas”-, el poso de lo que ayer fue, con su nostalgia a cuestas, y la certeza lúcida de lo que es hoy. Esa angustia contenida destila a veces gotas de un pesimismo resignado y dulce que nos atrapa, nos deja en suspenso -“sosiego de no decir nada”- e incluso a veces nos inquieta- “ya no queda tiempo/para sobrellevar la decepción”-y aunque “todos/estamos al borde de la desolación” son precisamente quienes, como él, van señalándonos la poesía de las cosas sencillas, los que nos rescatan del precipicio con su voz.
AGOTADO
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