Portada El Jarron y la maceta

Si yo les digo que en la noche, los objetos de la casa se animan y hablan entre ellos, me tendrán que decir cualquier cosa, pero siempre encaminada a desmentir la idea, porque los objetos son inanimados. No tienen una vida activa es imposible se puedan relacionar.
Cierto es que nadie lo ha visto y como consecuencia puede ser cierto que las cucharillas del café bailen unas sevillanas, mientras los cuchillos de postre celebran un duelo para compartir en la próxima merienda con la cucharilla recién llegada del Bazar.
O la cacerola hablará con una sartén, expresando su pesar porque le han dejado pequeñas muestras del cocido del medio día. Mientras que la sartén le sonríe comprensiva, porque aún lleva pringues de la tortilla a la francesa que le hicieron al señorito para la cena de hace tres días. Y es que no ha sido la chacha de siempre, sino una de las hijas de la señora la que se encargó de la limpieza de los cacharros y entre las prisas y el novio que la llamaba por el móvil para decirle lo guapa que era y lo que lo quería, la joven se dio tanta prisa que le dejó churretes a la cacerola. A la sartén ni siquiera la miró.
¿Por qué no puede pasar eso en la cocina?
¿Y por qué el maravilloso jarrón de la sala principal no está prendidamente enamorado de la maceta de la terraza?
¿Por qué la maceta en esas noches despejadas y de frío intenso no mira embelesada al jarrón, elegante y altivo?

 

Tamaño: 15 x 21 cm | Encuadernación: Grapado | Número de páginas: 16
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