Tomás Martínez Alonso
El niño aquel, regado por las aguas del río Duerna, se ha hecho mayor. Me he hecho mayor. Y, contemplando mi viejo álbum de fotos, topo con la única que tengo en brazos de mi madre, a quien tuve la desgracia de perder demasiado pronto. A ella dedico estos poemas, a título de homenaje, con los que intento contarle qué ha sido de mí a través de los recuerdos, las vivencias y las emociones: retales de una vida desprendidos de la tela de mis versos, gaviotas que sobrevuelan mares de sal en bellos atardeceres pintados de naranja.
Tamaño: 15×21 cm | Encuadernación: Tapa blanda |Número de páginas: 108
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Leer tus poemas es como sentir un regusto y un despertar para seguir leyendo no solo tu poesía, sino la poesía en general. Te lo dice una lectora de prosa. Muchas gracias.
También dentro de la prosa puede haber mucha poesía. Los géneros literarios no se excluyen sino que se complementan. Muchas gracias a ti, Carmen.
Gracias, Tomás, por dedicarle un poema a mi niña. Gracias, de vedad. Me has hecho llorar. Es precioso.
Se merecía que su recuerdo durmiera en mi verso. No llores, a ella le gustaría verte sonreír.
Tomás, ha sido muy agradable leer tu libro. Me han emocionado tus poesías, en especial la dedicada a tu madre. Sigue escribiendo. Un abrazo.
Muchas gracias, Elena. Celebro que haya gustado.
Apreciado Tomás. Ya he leído con cierta calma tu nuevo poemario y, como en ocasiones anteriores, me he emocionado y gozado con tu poesía.
El libro, a mi entender, comienza con una cumbre lírica : el diálogo elegíaco, más bien confesión, con tu madre – «¿Qué fue de él?»- y lo cierra otra cumbre lírica y real, titulada «Labios de nieve». Y entre estas dos cumbres se extiende una cordillera con sus picos que conforman el poemario.
El poema que más me ha llegado es el primero y los dos versos del pie de foto de tu madre que me atrevo a copiar; «la niebla de los años solo pudo poner/ cortinas trasparentes al olvido» son de un lirismo estremecedor; parece como si el sufrimiento estimulara tu creatividad.
Luego vendría la poesía telúrica con la evocación de la patria chica y la ‘montaña mágica’ recientemente por ti conquistada, que presidió tu infancia y tu adolescencia.
Seguimos con el homenaje a los poetas que, ahora, es más amplia, casi abarca toda la tradición poética e inteligentemente señalas la huella de algún verso en el cual se reconoce al poeta y luego haces lo mismo con poemas tuyos publicados.
La poesía de protesta civil ante las injusticias, las catástrofes o los atentados terroristas tienen cumplido espacio, aunque aflore algo de pesimismo.
Vuelven a aparecer algunos poemas de carácter intimista, reflexivos, filosóficos y existenciales.
Todo el libro mantiene la tensión y el temblor poéticos. Versos vividos, versos verdaderos, versos hondamente sentidos que reconfortan al lector.
Recibe un abrazo literario amigable y una recomendación:
mantén el lápiz afilado.
Te pasas dos años y medio construyendo con los adobes de tus versos una cabaña a tus poemas. Luego, decides publicarlos. Y cuando empiezas a cuestionarte si esto último ha merecido la pena, te encuentras con este regalo. Gracias, amigo, muchas gracias. Sí, sí, … sí ha merecido la pena.
En la foto de portada, el río Duerna a su paso por Miñambres de la Valduerna. La de contraportada, un bello atardecer en Chipiona..